sábado, 22 de mayo de 2010

Un hombre religioso ...

Un hombre religioso no busca a Dios. El hombre religioso se interesa en la transformación de la sociedad, que es él mismo. El hombre religioso no es aquel que practica innumerables rituales, que sigue tradiciones, que vive en una cultura pasada, muerta, explicando perpetuamente el Gita o la Biblia, cantando sin cesar o practicando sannyasa; ése no es un hombre religioso, es alguien que escapa de los hechos.
El hombre religioso se interesa total y completamente en la comprensión de la sociedad, que es él mismo. No está separado de la sociedad.
Generar en sí mismo una mutación completa implica para él la terminación total de la codicia, de la envidia, de la ambición; debido a eso, no depende de las circunstancias, aunque sea el resultado de la circunstancia ‑la comida que come, los libros que lee, los cines a los que va, los dogmas religiosos, las creencias, los rituales y todo eso-.
Es responsable. Por lo tanto, el hombre religioso debe comprenderse a sí mismo, ya que es el producto de la sociedad que él mismo ha creado. En consecuencia, para encontrar la realidad debe comenzar aquí, no en un templo, no en una imagen, ya sea una imagen labrada por la mano o por la mente. De lo contrario, ¿cómo puede dar con algo nuevo, un estado nuevo?