lunes, 28 de junio de 2010

RESONANCIA SCHUMANN

RESONANCIA SCHUMANN Insistencia de la masa critica
COMPARTIENDO ESTE CRECIMIENTO EN CONCIENCIA.
EL SALTO CUÁNTICO DIMENSIONAL - RESONANCIA SCHUMANN

Por: OSCAR SIERRA

ESTA INFORMACION SE PUEDE COMPROBAR , SIMPLEMENTE CON EL HECHO DE QUE LA RESONANCIA SCHUMANN DEL PLANETA TIERRA SE HA ELEVADO DE 7.8 HZ A 12 HZ EN TAN SOLO 6 AÑOS, CUANDO ESTUVO ESTATICA EN 7.8HZ POR SIGLOS
AHORA ¿PREGUNTENSE POR QUÉ SE HA ELEVADO LA RESONACIA SCHUMANN Y QUE ES LO QUE LO ESTA GENERANDO ? ¿QUE PUEDE ACELERAR ESTE PROCESO ?



El mundo está yendo hacia un gran cambio. El pasaje a la cuarta dimensión, es el salto Cuántico dimensional que tiene que llevar a cabo el hombre de esta raza en estos tiempos.
Estamos escuchando profecías catastróficas.
La forma de que ocurra una desgracia es pensar que eso puede ocurrir y no hacer nada al respecto.
A través de las épocas, los grandes iluminados han dado pistas de lo que ocurriría en estos tiempos.
Habrá un cambio planetario, y este es inminente La Tierra y los planetas del sistema solar irán pasando de la tercera dimensión a la cuarta dimensión, Jesús decía en la Biblia: "Aquellos días si no se acortaran a razón de lo justos, ninguna carne se salvaría". Y desde luego la gente se pregunta, ¿cómo se va a acortar el tiempo?
A partir de Mayo del año 2000, una energía de cuarta dimensión alteró la carga electromagnética de la Tierra.
En la UTN de Munich, Alemania, el Dr. Schumann descubrió un efecto de resonancia en el sistema Tierra Aire Ionosfera, que mostraba la particularidad de polarizarse e imponer posibles direcciones perpendiculares de vibraciones.
El descubrimiento del Dr. Schumann es hoy conocido con el término de "Resonancia Schumann". Libro tratado de Metafísica Cuántica y Astrofísica "MetaCuántum" se encuentra disponible en todas las bibliotecas públicas y sitios de Internet.
La Resonancia de Schumann ha sido de 7.8 hz durante siglos. Esto arrojaba como resultado las 24 Hs que tardaba la Tierra al dar un giro sobre su eje.
Desde 1980 la Resonancia de Schumann se ha elevado hasta 12 Hz. Esto significa que, un día de 24 horas ahora equivalen a 16 horas. ¡El tiempo lineal se afecto, se está acelerando!
Después del año 2000 hasta ahora, el tiempo pasa volando. El día no alcanza para hacer todo lo que se desea hacer.
Antes esperábamos que llegue Navidad. Ahora la Navidad, cumpleaños y otros acontecimientos importantes nos encuentran sin siquiera esperarlos.
Cuando se produzca el cambio dimensional y esto ocurre en todos los planetas de la galaxia, se alteraran los campos magnéticos de la Tierra.
Desde hace dos mil años se comenzaron a debilitar cada vez más los campos magnéticos. La estabilidad mental y la memoria radican en los campos magnéticos que es lo que sostiene nuestra memoria y nuestra cordura.
A medida que se vayan debilitando los campos magnéticos de la Tierra, la vida se volverá cada vez más peligrosa. Ya comenzó a ocurrir y seguirán ocurriendo más frecuentemente desastres como terremotos, tsunamis y otras calamidades telúricas.
En el planeta todos los seres vivos se verán afectados pues se alteran sus patrones mentales y la forma de pensar.
Las personas se vuelven cada día más agresivas y temerosas. Los pájaros que siguen los campos magnéticos con sus migraciones se encontraran confundidos y las ballenas encallaran en cualquier parte.
Si la Resonancia de Schumann llega a la frecuencia de 13 ciclos la Tierra detendría su rotación y, estaríamos en el campo magnético del punto cero o 13 de la escala de Schumann.
La Tierra se detendría y en dos o tres días comenzaría a girar nuevamente en la dirección opuesta Esto produciría una reversión en los campos magnéticos de los Polos Norte y Sur, con el consiguiente desequilibro ecológico y el caos tecnológico de la población mundial.
El tema de la resonancia Schumann, hasta hace muy poco fue ocultado por los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña.
Formamos parte de una Unidad Divina, Cósmica. La física cuántica lo ha demostrado. El observador es parte del fenómeno. Si tomamos parte en el fenómeno y establecemos una relación con los diversos elementos el agua, el fuego, la tierra y el aire, tenemos la oportunidad de hacer que ellos nos acepten literalmente como sus amos. Y pedirles amorosamente su colaboración.
Si se logra, que una pequeña masa crítica de la población, realice una acción personal con los elementos, se podría detener una catástrofe.
Una sola persona que realice esta acción tendría el poder de salvar a 15.000 personas. O sea que si en el planeta hubiéramos medio millón de personas actuando al unísono, el mundo cambiaría.
Es de suma importante desarrollarnos personalmente para evolucionar espiritualmente y actuar en servicio.
El pasaje dimensional tendrá efecto entre diciembre del año 2012 y febrero del 2013. Comenzaremos a ver que todo se agravará.
Se está separando la paja del trigo. La cosecha está siendo levantada. Los Graneros del Padre se están llenando.
La población mundial se está polarizando cada vez más. Por un lado se ven más personas honestas y por el otro, más deshonestas.
En la Tierra, esto se irá agravando porque los campos electromagnéticos se van poniendo cada vez más erráticos. Todo esto se viene incrementando colectiva e individualmente año tras año.
Si como expresamos anteriormente, ejercitamos la relación directa con los elementos, seremos capaces de guiarlos constructivamente fuera y dentro de nuestro cuerpo
A medida que la energía de cuarta dimensión vaya ingresando en nuestro planeta, la relación entre causa, efecto y manifestación ocurrirá más rápido (lo que se piense tanto bueno como malo se materializara con mayor velocidad).
Si posamos nuestra atención en una desgracia y no tomamos una acción positiva al respecto la agravaremos.
Si pensamos en catástrofe, la vamos a provocar. Tenemos que cuidar el pensamiento pues todo se irá agravando cada vez más hasta que se llegue a un período crítico donde todo será gravísimo.
Recordemos el Salmo 91 que dice: "Caerán mil y diez mil a tu diestra pero a ti no te pasará nada". Esto nos dice que si seguimos las leyes universales y actuamos en consecuencia, manifestando acción en servicio nada podría dañarnos.
Nuestra misión es llevar este mensaje a todos aquellos que estén dispuestos a recibirlo.
Es hora de tomar conciencia de que lo que vemos afuera es el reflejo directo de lo que llevamos dentro.
Es verdad que nadie por si solo puede salvar al mundo. Pero si cada uno emprende la sublime tarea de alcanzar su propia salvación se podrá lograr la masa crítica necesaria para que la raza humana pueda dar este gran salto cuántico y volver a convivir en Paz y armonía con sus congéneres y sanear el Mundo que lo cobija.

miércoles, 23 de junio de 2010

Sufrimiento emocional, la asignatura pendiente



From: Fernando Courrèges
nandeges@hotmail.com

http://fernandorivadullareflexiones.blogspot.com/2009_11_01_archive.html


"El anciano maestro Zen puso un hermoso y valioso jarrón, antiquísima y única herencia familiar, delante del cónclave a la espera de encontrar un sucesor entre los asistentes. Les indicó que aquel jarrón no era más que un problema y se sentó a esperar... Un alumno se levantó y con determinación destrozó el jarrón con su sable. El que a priori parecía un loco temerario, resultó ser el elegido. Un problema por muy antiguo, valioso y útil que sea seguirá siendo un problema y como tal debe ser eliminado, sentenció el maestro justificando así su elección y honrando el valor del nuevo abad…" Cuento budista

Si, por las circunstancias, tuviésemos la posibilidad de conocer y entablar cercana relación con muchas personas, enseguida nos daríamos cuenta que no hay más que arañar un poco en el corazón de cada una de ellas para descubrir que, en mayor o menor medida, todas padecen algún tipo de problema personal; de hecho, esto ya lo percibimos en nuestras relaciones habituales y, por supuesto, en nosotros mismos. Familia, trabajo, amigos, existencia… siempre hay algún ámbito de nuestra vida que nos genera sufrimiento, que nos genera dolor, que nos genera malestar. Las emociones, los síntomas de esta epidemia están tan extendidas en la raza humana que, de ser un virus, sería, inmediatamente, declarada la pandemia.

Es evidente que todavía no estamos lo suficientemente concienciados sobre esta cuestión como para que pueda despertar el necesario interés social que suscite el desarrollo de una nueva forma de educar en el seno familiar, basada -fundamentalmente- en una buena profilaxis traumática que permita al niño crecer feliz y con una buena salud emocional. Y, ¿por qué no?, también, una nueva asignatura educativa que nos aporte, especialmente desde la infancia, la información y herramientas necesarias para desarrollar todo nuestro potencial humano y evitar que tengamos que hacer uso de nuestros naturales mecanismos de resiliencia.

Lo cierto ahora es que podemos sufrir desde una leve insatisfacción existencial ("sufrimiento de baja intensidad") a una grave manifestación emocional ("emotio-terrorismo"). Realmente, el grado en que suframos no es lo importante sino el problema en sí, y cualquier problema puede y debe ser abordado y solucionado, como bien transmitía el cuento de la presentación. Pero, para poder hacerlo, se hace imprescindible que antes aprendamos a reconocer el sufrimiento, y a reconocer quién tiene la responsabilidad sobre ese sufrimiento. Lamentablemente, abordar estas cuestiones se hace inviable debido a la falta de educación emocional y la adaptabilidad a las que aludía en el párrafo anterior. Esto, unido a que nuestra salud emocional está supeditada al actual paradigma sicológico caracterizado por sus temidas etiquetas y sus interminables y dudosos tratamientos, consigue que las procesiones sigan por dentro y nuestros "asuntos" permanezcan todavía en la carpeta de tabúes pendientes de airear.


Reconocer el sufrimiento

Nuestro marco educativo nos ha condicionado para creer que el sufrimiento es innato al ser humano y, en consecuencia, no hay nada que se pueda hacer salvo adaptarse a él, haciendo uso de nuestra resiliencia. Si prestamos atención, existen muchas frases que hemos heredado de nuestros padres y abuelos y repetimos inconscientemente como si fuesen una verdad inmutable: "la vida es la escuela del dolor" "soy como soy, y a mi edad ya no se puede cambiar", "el amor es sufrimiento", "la felicidad es una utopía", etc. Creencias que nos sitúan en el inmovilismo, la resignación y la desesperanza. No son sólo frases, es lo que se nos ha transmitido y forma parte de la personalidad con la que interpretamos la vida. El Dr. Miguel Ruiz lo define como "el libro de la ley".

Hay personas que acuden a mi consulta con la intención de dar solución a algún pequeño problema recurrente que en ese momento le perturba; pero, cuando empiezo a profundizar en su corazón, pronto constato que lo que me cuenta no es más que algo que distrae su atención de lo verdaderamente importante, la punta de un iceberg que esconde debajo una cantidad inmensa de rabia y dolor que, por increíble que parezca, la persona está tan acostumbrada a él que no es capaz de identificarlo, y mucho menos calibrar sus efectos.

La actitud que mejor puede rescatar las oscuras sombras de nuestro corazón y sacarlas a la luz es la sinceridad, entendida como un hermoso acto de generosidad con uno mismo a través del cual reconocemos que algo no va bien y nos ponemos en disposición de averiguar qué. Y es en ellas, en nuestras sombras, donde están todas las respuestas que necesitamos. Un ejercicio meditativo muy eficaz para empezar a obtener respuestas es formularnos la pregunta ¿soy feliz? O también ¿estoy en paz? Es igual cómo definamos o justifiquemos todo lo que encontremos, lo que no sea felicidad o paz es sufrimiento. Si lo haces, recuerda que es solo un ejercicio de observación; no es necesario que lo cuantifiques, solo que lo identifiques.

Reconocer la responsabilidad

En párrafos anteriores revelaba una de las tres actitudes necesarias para abordar de manera adecuada un proceso de alquimia emocional, la sinceridad. Quiero exponer ahora otra de esas actitudes, se trata de la responsabilidad.

Que no nos hayan enseñado a plantearnos una solución de continuidad a nuestro sufrimiento y, menos aún, que tal posibilidad pudiera existir, perpetúa el hábito de nuestras exigencias emocionales que ineludiblemente nos hacen ver toros que no son, pero que parecen ser (como rezaba aquella cancioncilla de los setenta) Y es que el secuestro, al que nos someten nuestras emociones en el crucial instante en que el problema se manifiesta, nos lleva a confundir este con las circunstancias que lo desatan y, sobre todo, con los actores presentes en ellas

El problema no está, por tanto, en nuestras vivencias, sino en cómo nuestro corazón las interpreta; si lo hace con dolor, tenemos el sufrimiento asegurado. Tenemos que aceptar –definitivamente- que la culpa no está en el otro, o en las circunstancias, o en la vida, o incluso en Dios, como acostumbramos a creer. La responsabilidad es solo nuestra, y esta es una actitud que, ajena al castigo que genera la culpa, nos invita a reconocer, con sinceridad, que todo lo que sentimos, ya sea de índole dolorosa o placentera, nos pertenece, es nuestro patrimonio emocional. Que solo a nosotros nos corresponde darle solución y no creer, equivocadamente, que otro lo pueda hacer por nosotros con sus actos o palabras.

Siempre estamos esperando que el otro repare el daño que creemos nos ha causado y esto, con el tiempo, se va convirtiendo en un parásito que se aferra firmemente a nuestro corazón, secuestrando nuestro raciocinio y decidiendo y actuando por nosotros. Esa culpa, que adjudicamos al otro, nos impide ejercer el sanador y necesario gesto de perdón que, si bien no pretende exonerarlo de su responsabilidad, nos permite cortar los lazos de exigencia que establecemos por doquier y que nos devolverán la responsa-bilidad y la libertad a nuestras, hasta ahora, dependientes vidas.

Hasta aquí, mi pretensión ha sido dejar aclaradas las dos cuestiones fundamentales que planteaba al inicio de este artículo, reconocer el problema y la responsabilidad sobre el mismo. Pero, no quiero terminarlo sin revelar la tercera actitud que debemos desarrollar para dejar de sufrir. Sí podemos dejar de sufrir, podemos aprender a hacerlo. Y este es, en definitiva, el objetivo hacia donde verdaderamente va dirigida esta disertación.



Como dejar de sufrir

La tercera y última de las actitudes necesarias para tal hito es el compromiso. Es, realmente, el elemento crucial en este proceso la "declaración de intenciones", la energía iniciadora, continuadora y facilitadora de todos los procesos que se irán desarrollando a lo largo de nuestro periplo en pos de la libertad emocional, del poder bien entendido, el poder de elegir cómo me quiero sentir, cómo quiero decidir haciendo uso de mi libre albedrío. Tener compromiso significa tener intención, y esta no es más que el deseo consciente de solucionar los problemas que puedan estar manifiestos; significa tener decisión, que es la manifestación de la voluntad para continuar con el proceso hasta su conclusión; y significa tener enfoque, la motivación que surge de reconocer en el conflicto la oportunidad.

Llegados este punto, siempre surge una pregunta muy concreta entre los asistentes a mis conferencias "sí, eso está bien, pero… ¿cómo lo hago, cómo doy solución a mi sufrimiento?" La verdad es que la respuesta es tremendamente simple y, por eso, de orden superior (como dice la sabiduría oriental). Por comprensión. Y no olvidemos que la comprensión es la materia prima con la que se confecciona nuestra consciencia y, por ende, lo que impulsa nuestra evolución como seres humanos.

Para que la mente comprenda hemos de ofrecerle de forma ordenada, lógica y coherente toda la información emocional existente alrededor de un problema y, además, perfectamente relacionada con cada uno de sus creencias, pensamientos y reacciones, e incluso con el dolor físico, con la somatización. Es un volcado al consciente de todo el material subconsciente que permanece oculto. Esto es lo se conoce como Satori en la tradición oriental, un término que no debería resultarnos tan ajeno…

Si reconocemos en nuestros corazones la vocación suficiente como para iniciar un camino de crecimiento, y la capacidad para desarrollar las actitudes que me van a ser útiles en él (sinceridad, responsabilidad y compromiso), entonces ya sólo nos queda comenzar a andar. Pero, antes de empezar, hemos de resolver dos cuestiones fundamentales ¿cuál es el destino de nuestros pasos? y ¿qué mapa será el adecuado para poder alcanzarlo?

Sanación, crecimiento, búsqueda… son algunos de los términos que hoy empleamos para intentar explicar nuestro proceso evolutivo consciente y comprometido, pero estos términos no definen un destino. Se basan en el viejo paradigma "hemos venido a aprender" que busca soluciones en la información, en el conocimiento, en el esfuerzo del aprendizaje. El nuevo paradigma "hemos venido a reconocernos", al contrario que el viejo, nos invita a una tarea mucho más sencilla y hermosa: quitar lo que sobra. Conócete a ti mismo, tal y como rezaba el frontispicio del templo de Delfos, ese es, y no otro, nuestro destino. Ya ha llegado el momento de dejar de buscar "fuera" para comenzar a buscar "dentro"

La segunda cuestión se antoja más compleja; de hecho, no pocos buscadores se han perdido en el camino confundiendo –erróneamente- los medios con el fin. Lo que llamamos búsqueda no ha de ser más que una etapa, con fecha de caducidad, que nos permita discernir cuál es la herramienta más adecuada para alcanzar nuestro destino de las existentes en el amplio y confuso mercado espiritual. El método es necesario para mostrarnos el camino, sin saber qué hemos de hacer y cómo hemos de hacerlo no conseguiremos resultados, no llegaremos a nuestro destino. Sin mapa no puede haber singladura.

Poco a poco, empezamos a percibir que hay una íntima relación entre terapia y espiritualidad. Para poner un poco de luz en la confusión que todavía existe al respecto hemos de entender que la solución del sufrimiento es un paso más en el camino evolutivo, la fase inicial más urgente y -a la vez. la más difícil; pero, sin duda, la que más templará nuestro corazón. En esta fase es fácil perderse, tendemos a buscar fórmulas mágicas que aparten de nosotros el cruel cáliz emocional, atajos que eviten nuestra responsabilidad. Pero, lo cierto es que no somos conscientes de que el proceso de abordaje emocional desarrollará nuestra capacidad más maravillosa, la de comprender, y es esta -y solo esta- la que pondrá todo en orden en nuestro corazón.

Tenemos demasiado miedo a nuestras emociones; tienen el poder absoluto sobre nuestros comportamientos, sobre nuestras vidas, sobre nuestra libertad de sentir. Y no son mas que hábitos, costumbres, que se han asentado en el tiempo y que tienen origen en las vivencias que hemos asimilado con dolor en nuestra infancia. Comprender cómo sufrimos, por qué sufrimos y de dónde viene nuestro sufrimiento desactiva la energía que alimenta nuestros núcleos de conflicto, y nos devuelve el poder sobre nuestro sentir y nuestro actuar. Comprender desarrolla nuestra consciencia y nos enruta adecua-damente en nuestro propósito evolutivo.

Cuando nuestras emociones surgen tendemos a rechazarlas, esconderlas, evitarlas, disimularlas, reprimirlas, reprogramarlas… pero no a observarlas. Comprenderlas implica la necesidad de afrontarlas, enfrentarlas y utilizarlas. Ellas nos provocan el sufrimiento; por tanto, solo en ellas está la respuesta al mismo, solo ellas me pueden ofrecer lo que busco, el por qué. Y esta es la clave, saber el por qué. Todos sabemos qué nos hace sufrir, o quién nos hace sufrir, o cuándo sufrimos; pero no sabemos por qué sufrimos... De hecho, si lo supiéramos ya no lo haríamos.

Esto supone buscar donde no lo habíamos hecho y, por supuesto, hacer algo que no habíamos hecho antes: preguntarnos por qué. Cuando surge el problema o cuando lo reavivo observo mi interior y me formulo dos preguntas de esto que está ocurriendo ahora ¿qué es lo que me duele?, aparto el "escenario" y a los "actores" del terreno emocional y me vuelvo a preguntar: ¿y por qué esto me duele? El resto es tirar del hilo…

El método en cuatro pasos

La clave del proceso, la primera etapa, ya la apuntaba en el párrafo anterior; consiste, simplemente, en aprender a observar. La observación es un gesto valiente y decisivo, que pretende esquivar las respuestas naturales de defensa y el asentamiento -en el tiempo- de esas reacciones (hábitos). La forma adecuada de establecerla es desdramatizar, para poder mantener la calma en la mente y en el corazón, y desapegarnos, para no sucumbir al secuestro de la exigencia emocional. Es el momento de formular a nuestro corazón las preguntas adecuadas…

El establecimiento de la observación nos lleva a la introspección, un mecanismo meditativo de nuestra mente, que facilita el anclaje de la atención sobre la manifestación emocional. Una vez que hemos conseguido situarnos en el "Espacio Sagrado" de la observación, la introspección nos permite "quedarnos a solas" con el sentir real. Es el momento en podemos identificar el por qué.

Llegados a este punto nos interesa saber qué es una emoción para poder, así, identificarla adecuadamente. El mecanismo de la emoción es el mismo para todos los seres humanos, y no existe diferencia entre unas emociones y otras; es el afán clasificatorio de nuestra mente consciente la que pretende distinguirlas, adjudicándoles diferentes adjetivos y esto es lo que nos causa tanta confusión. Pongamos luz a esta cuestión…

La emoción es resistencia.


La emoción, fundamentalmente, es dolor físico; primero, y antes de nada, dolor físico. Cuando nuestros dispositivos automáticos intuyen que va a ocurrir algo que no nos gusta, que no deseamos, salta la alarma en el cuerpo. Ya sentimos un dolor: presión en el plexo, nudo en la garganta, tripas revueltas, piernas bloqueadas, cabeza que estalla… y tantos otros. No nos hemos dado cuenta de la urgencia a la que nos somete ese dolor, queremos quitárnoslo de encima como sea. Y ese dolor surge por la resistencia, sencillamente NO ACEPTAMOS lo que va a ocurrir, como tampoco lo que vamos a sentir. Rechazamos esta situación, esta persona, este sentir, este ahora, y el dolor empieza… observa por qué te resistes, identifica la resistencia.


La emoción es culpa

Y el dolor físico se asoció a pensamientos, que toman forma de creencias y suposiciones, y nos hacen revivir una y otra vez el mismo drama. La culpa es la que las provoca, y mantiene la constante exigencia de reparación del daño que consideramos nos ha sido causado. Siempre hay alguien culpable de lo ocurrido, culpable de nuestro sufrimiento. El otro, como ya sabemos, bien puede ser una persona, o bien puede ser la suerte, la vida, Dios… Pero la faceta más cruel y dañina de la culpa es la que dirigimos hacia nosotros mismos, nos culpamos por consentir, por asumir, por no actuar, por no decir, por transgredir. Este es el cáncer que nos corroe por dentro… observa qué culpas, observa de qué te culpas, identifica esas culpas.


La emoción es autocastigo

Esta es la cruel consecuencia de la culpa, la verdadera razón del sufrimiento. Sufrimos porque nos castigamos por nuestras culpas. Como bien dice el Dr. Miguel Ruiz, en nuestro interior hay un juez y una víctima, y el resultado siempre es una condena. No somos conscientes de nuestro vocabulario pero, en un alto porcentaje que nos sorprendería, está encaminado a castigarnos, a menospreciarnos, a minusvalorarnos, a humillarnos. Un ejemplo sencillo, cuando digo: "¡qué cansado estoy de esto!…" ¿que crees que te estás diciendo a ti mismo? Esta persona o situación me supera, no soy capaz de darle solución, no valgo para esto, soy un inútil y un tonto por no acabar con esto… y surge la rabia, la culpa siempre genera rabia, rencor, resentimiento… Realmente no existen las emociones, este término nos confunde, existe un dolor físico urgente y existen cientos de pensamientos asociados en nuestra mente, creencias de culpa y castigo que se enredan unas con otras, generando círculos de pensamientos de los que es muy difícil salir… Observa tus pensamientos de castigo, identifica las condenas…

Martíne Libertino define cuatro fases en nuestra evolución y, curiosamente, están ligadas al manejo del sufrimiento. En la primera postula que "sufrimos por nuestras circunstancias, pero no sabemos por qué" y en la segunda que "sufrimos por nuestras circunstancias, pero ya sabemos por qué". Es en la que nos encontraremos después de la identificación de nuestras emociones. Abordar el tercer paso, procesar, Libertino lo define como "decido dejar de sufrir por mis circunstancias"; es dejar que nuestro corazón, de forma natural, recupere las imágenes, los recuerdos, las vivencias de nuestra infancia que reverberan al meditar sobre nuestros pensamientos y están pidiendo ser recuperadas para terminar de montar el puzzle de nuestra emoción y vislumbrar así cómo ha empezado todo…

Llegado este momento, la comprensión se dispara, ya estamos en condiciones de constatar que somos niños y niñas que todavía cargamos con las heridas, que nuestros problemas tienen un esquema definido y repetitivo, que podemos identificar los lastres que arrastramos, que podemos desmitificar nuestro sufrimiento, que podemos abordar nuestra vida desde el lenguaje de la intuición y la percepción… Pero, para que esas emociones no se vuelvan a activar, todavía queda una cosa por hacer: hay que cancelar las deudas, reconciliarnos con aquellas situaciones y con las personas presentes en ellas. Debemos ponernos en disposición de realizar el gesto más hermoso y más grande del que es capaz un Ser Humano, desplegar nuestro amor hacia todos y Perdonar. Sólo así podremos decidir dejar de sufrir.

El perdón no pretende exonerar a los otros de su responsabilidad, sino liberarnos nosotros de ella y cortar el lazo de exigencia que todavía nos une a esas personas y a todas las demás que han despertado lo mismo en nosotros. El perdón no es algo que necesitemos aprender. Si, en ese instante, nos permitimos sintonizar con el otro descubriremos que no era consciente de lo que hacía o, simplemente, que respondía a sus propios patrones de dolor, a sus creencias, por las que nos vimos afectados. Cuando descubrimos que no ha habido culpables en esa situación, sino solo inconsciencia, entonces nos permitiremos apartar de nosotros el rencor y el resentimiento y libera-remos el ansia que nos invita al amor, al abrazo, a la fusión. Eso es perdón. Pero, el más importante será el que nos dirijamos a nosotros mismos por haber tenido que consentir, que vivir, que omitir… o, simplemente, por lo que nuestra reacción provocó en el otro. No pudimos hacer otra cosa.

… Seguro que ya has adivinado la cuarta fase, eliminar, ¡claro que sí! ¿qué, si no?… Libertino la define como "soy feliz en mis circunstancias". Se feliz, es lo único que se te pide.


Fernando Rivadulla Iglesias

sábado, 19 de junio de 2010

ES POSIBLE PRACTICAR EL BIEN COMUN....


From: Néstor
n4390427@speedy.com.ar

Es posible practicar el Bien Común, mediante el Desarrollo Armónico y el Sentido Común
Desde siempre, todo lo que existe estuvo sujeto a la integración de lo Eterno con lo temporal, aún antes de la manifestación diferenciada de la forma; sólo que ahora, y por el grado de evolución que va alcanzando la humanidad, nos vamos dando cuenta de fenómenos que no habíamos percibido con anterioridad, o sea, que estamos despertando a la comprensión de dicha Unión. Considerando que todo lo que existe y ocurre de algún modo, es en sí mismo una conjunción eterno/temporal. Puede tratarse de una letra, una palabra, un pensamiento, un punto, etc; pero todo es en sí mismo y cobra un verdadero sentido, cuando aborda a la conciencia, porque desde el inconsciente, todo pasa sin ser percibido y hasta a veces, llegamos a negar su existencia, como frecuentemente lo hace la ciencia materialista.
Hasta que los seres humanos, no nos veamos unidos desde el alma por la integración del YO espiritual, nos seguiremos mirando sin vernos y escuchándonos sin oírnos, aturdidos y extraviados en el laberinto de la existencia. Sabiendo que la Causalidad rige todo lo que existe desde el principio de los Tiempos y lo será así, hasta el fin de los Tiempos. El ser humano, adopta terporariamente la estructura corpórea, para participar al mismo tiempo, en el proceso de evolución de su alma y de la humanidad; considerando que en el simple encuentro entre dos personas, hay dos elementos temporales, sus cuerpos (nacen, crecen, se desarrollan y mueren) y tres elementos eternos, sus dos almas y el Espíritu, totalizando los cinco puntos de la pentalfa. Recordando que antes de nacer y luego de morir, la Eternidad está manifiesta en forma diferenciada desde el alma y en forma Indiferenciada, desde el Espíritu; por lo tanto, toda separatividad es tan solo ilusoria. Vivir en el Ser es servir al Amor.
Progresivamente, y un como rasgo evolutivo de toda la humanidad, juntos iremos encontrando el Sitio Común, allí donde nos sea posible practicar el Bien Común, mediante el desarrollo del Sentido Común; entendiendo que la Solidaridad y el Amor existente entre todos los cuerpos celestes del cosmos, irá teniendo su representación microcósmica en el crecimiento de la solidaridad y el amor entre todos los seres humanos, actuando más allá de toda discriminación; hasta que podamos alcanzar la Unidad en la diversidad, que tanto nos ha costado hallar. Mientras muere de agonía la vieja humanidad, basada en el egocentrismo, con su carácter violento y apropiativo, renace transformada la Nueva Humanidad de la mano del Hombre Nuevo, como partícipe necesario para la construcción de la misma. La liberación y la práctica del desapego, serán las características más notables del mismo. Los nuevos niños, ya lo traen incorporado y fluyen con facilidad cuando los "adultos" se lo permiten. Esto nos hace comprender que todo error ha sido un acierto, por lo tanto, no hay excluidos; porque cuanto más nos alejamos, más cerca estamos de la transformación profunda, que nos exige la revolución interior que finalmente permitirá el desarrollo armónico y la convivencia pacífica.
Néstor Hugo Almagro

martes, 8 de junio de 2010

...Sino como bailar bajo la lluvia...!!!


Era una mañana agitada, eran las 8:30, cuando un señor mayor, de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de un pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am.
Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida..
Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, '¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?'
Él sonrió y me acarició la mano, me contestó; ¡'Ella no sabe quien soy, pero yo aún sé quién es ella.'!
Se me erizó la piel, y tuve que contener las lágrimas mientras él se iba, y pensé,
'Ese es el tipo de Amor que quiero en mi Vida.'
El Amor Verdadero no es físico, ni romántico.
El Amor Verdadero es la aceptación de todo lo que es, ha sido, será y no será.
Con todas las bromas y cosas divertidas que hay en los e-mails, a veces viene uno que tiene un importante mensaje. Este es uno que creo puedo compartir contigo.
La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo; ellos sólo hacen todo lo mejor que pueden.
Yo espero que compartas este mensaje con alguien a quien quieras.
Yo lo acabo de hacer.
"¡La vida no se trata de cómo sobrevivir a una tempestad, sino cómo bailar bajo la lluvia!"

jueves, 3 de junio de 2010

LA ALIANZA SAGRADA



From: Julio Pagano
juliopagano@hotmail.com

Dame tu mano. Emitiremos una señal. Irradiaremos al universo una bella manifestación de amor que simbolice la transformación vivida. Haremos una ronda, tan grande y tan hermosa, que desde el cielo se verá en la Tierra un potente anillo de increíble luz. En su interior habrá alegría, dulzura, ternura y una maravillosa cuota de esperanza. Será un claro signo de la unión consciente que logramos al vibrar entrelazados. Hagámoslo. Démosle vida a la alianza sagrada.

Hoy sentiremos el inmenso caudal diamantino que despliegan los corazones cuando se abren a la luz y se fusionan en el amor. Con esta poderosa ronda ayudaremos a que el cielo descienda a la Tierra y haremos que nuestra esencia circule por toda la galaxia, liberando una frecuencia pura hacia toda la creación. Este será un acto sublime de alquimia divina que nos ayudará a no olvidar que siempre podremos jugar, danzar, reír y amar, aunque pegue duro la inconsciencia.

Ven. Súmate. Abre tu corazón. Vístete con tus mejores ropas y saca a relucir lo más puro de tu interior. Mientras tus ojos se van cerrando, sentirás que el amor rebasa tu alma y comenzarás a girar de la mano de tus hermanos. Somos cientos, miles. Estamos co-creando un poderoso anillo de luz que se expande hacia arriba, hacia abajo, hacia afuera y hacia adentro. La energía se despliega en todas las dimensiones que aún no podemos percibir. Siente. Esta es la Unidad.

A medida que giramos activamos nuestra memoria ancestral. Vinimos a servir. Nacimos para amar. Aceptamos encarnar para canalizar la luz de un brillante tiempo que nos permita volar y así animar a que otros despierten, redescubran sus alas y sientan. Hay hermandad en este danzar. Se palpita el intenso fluir de la inocente alegría que nos religa. Reunidos en el amor, abrazados en la fe, formamos un inmenso faro que disipa las tinieblas y restituye la armonía.

Somos luz. Somos amor. Somos la fuerza que activa la nueva consciencia. Gracias por girar. Gracias por irradiar. Cada vez que así lo sientas, cierra los ojos, conecta con tu interior y vuelve a liberar la gran fortaleza de tu espíritu. Incita a que otros se animen a vivenciar el enérgico flujo cristalino de este anillo refulgente, que hoy se vio desde el cielo e inundó de amor el universo. Así vamos despertando. Así estamos ayudando… danzando y celebrando en la alianza sagrada.

Vibremos: http://www.proyecto-despertar.com.ar/taller.htm